Sirius Black
(La introducción, esta vez, es más larga que la primera
parte del séptimo libro, pero la considero muy necesaria.)
Adoro a Sirius Black, no es ningún secreto y no me importa
decirlo, desde que leí los libros (y hasta puede que me gustase un poco cuando
aun creía que era un asesino) por eso, cuando estaba buscando un personaje al
que hacerle un análisis de personalidad fue una de mis primeras opciones (lo de
Draco fue improvisado y el análisis de Umbridge lo hice porque el mundo lo
necesitaba, así que quería hacer algo por placer (¿?) ¿okey?), se me ocurrieron
otros como Lockhart o Slughorn o incluso Snape (pero como le dije a Absolem,
creo se ha hablado ya demasiado de Severus, y los otros dos casi nadie los
recuerda, así que no creo que lo haga…), pero me decanté rápidamente por Sirius
y me gustaría explicar esto, para que se entienda mejor cómo he llegado a las
conclusiones que he llegado.
Mi forma de hacer un análisis es, en primer lugar (después
de elegir el personaje, claro ¬.¬), saber desde qué “ángulo” voy a enfocar el
artículo (por ejemplo, con Umbridge hablé de su forma de ver el mundo y como
esta hace que sea “mala”) y en esta ocasión quería hablar de la personalidad de
Sirius. Bien, he aquí el problema, los personajes de Harry Potter (todos, pero muchos) no están demasiado definidos (cuulpa de J,K todo (??)) y no sé si eso es bueno o
malo, porque cada uno acaba dándoles la personalidad que le da la gana (si
fuese sincera diría que esto lo inspiraron los miles de malos fanfics en los
que la personalidad de Sirius apesta, pero le quitaría seriedad, la verdad)…
pero he intentado definir su personalidad objetivamente, por eso la primera
pregunta que me hice es:
¿Qué quiere Sirius Black?
Y me di cuenta de algo, nunca se nos dice qué quiere (más
allá de “quiero salir de casa” because 12 años en Azkaban, de “no quiero estar
solo” because 12 años en Azkaban y de “prefiero aferrarme al pasado” because 12
años en Azkaban) al contrario, siempre que aparece “debe” hacer algo, y me lo
planteé de esta manera (puede que mi cabeza de desquiciada deduzca cosas sin
sentido, pero meh) ¿y si entró en Gryffindor porque no había un lugar para él
en Slytherin? Y girando sobre esta idea he acabado haciendo una especie de
relato (el fanfic de la gente populah como yo), porque si nos lo cuenta él
siento que es mejor que si os lo cuento yo y así no me odiáis :D
Enjoy it.
Rebelde sin causa.
Juzgado y condenado por un crimen que no cometió, doblemente
fugado, inconformista, el rebelde sin causa que nunca perteneció a su mundo, el
amigo, la leyenda… debía de parecer todo un héroe trágico, bueno, ya lo parecía
sin pretenderlo en el colegio, siempre sin pretenderlo…
Terminó de abrocharse los botones de la camisa frente al
espejo, mientras, como cada mañana, trataba de recordarse entre divagaciones
quién se suponía que era; pero rápidamente, la voz de su madre se lo recordó,
resonando en su cabeza:
“El Black sin ambición”
Le regaló una sonrisa a su reflejo, una de esas que a las
chicas solían encantarles.
Siempre había vivido bajo la voluntad de otros, eso no era
nada nuevo. Hasta los 10 años vivió en el pequeño mundo que los Black se habían
construido y su único objetivo era aquel para el que lo habían criado: enorgullecer
a su familia. Pero a los 11 años entró en Gryffindor, y todo se vino abajo, dando
un gran traspiés en ese único gran objetivo que tenía; a pesar de lo que podían
odiarlo sus padres o de lo que podía odiarse él mismo por ello, un nuevo mundo
se abrió a sus ojos allí, hizo amigos, los comprendió, por fin la vida dejó de
resumirse en un “es así porque si” y, de alguna manera, supo, sin saberlo
realmente, qué quería. Tuvo mucho tiempo para pensar sobre ello en Azkaban… más
o menos 12 años.
¿Esas ideas eran suyas? ¿Ya no era ese niño al que ciaron
para creerse mejor que los demás? A veces cuando gritaba a Kreacher se lo
seguía cuestionando, a veces, cuando sentía su estómago regurgitando ira al ver
a Snape seguía sintiéndose deudor de la vida que su familia quería para él.
Pero había llegado a una conclusión: él no era Sirius Black, la fingida leyenda,
él era Canuto, el rebelde que no temía meterse en problemas porque nunca había
tenido nada que perder o ambicionar, porque valía más la pena vivir con riesgos
que aburrirse; y por fin se lo había preguntado ¿Qué quería realmente? Había
tardado casi 30 años en hacerse esa pregunta y a veces aun se la repetía. Solía
fingirse despreocupado, pero no era fingido, era la clase de persona que hace
que ocurran cosas, ese tipo de cosas que parecían volverse en su contra para
dejarlo aislado en la periferia de lo correcto, pero él… no quería nada de eso,
lo único que quería era no estar solo, vivir la vida que se había perdido en un
lugar en el que estuviese bien, y lo había conseguido, ahora tenía una familia
a la que quería más que a la suya propia y… de la que ya solo le quedaba Harry…
y Remus, así que debía interpretar su papel porque es lo que se suponía debía
hacer.
Siempre había sido así.
Se había esforzado en ser animago por Remus, en aprobar para
ser auror con James, en luchar en la Orden del Fenix por Dumbledore y sus
nuevos ideales; era el mejor amigo de James porque es lo que se supone debía
ser, fue el padrino de su boda y de su hijo, por lo mismo, tras su muerte se
ofreció a cuidar de Harry porque es lo
que se esperaba de él y luego fue a vengarse de Peter… debía buscar a Peter,
si, debía cumplir la misión que no había concluido, la de cuidar de Harry, y
aquí estaba, prestando batalla porque era lo que él haría. A veces jugaba con
la idea de coger a Harry y llevárselo lejos de allí, de huir, porque era un
crío ¡Maldita sea! Y él ya estaba cansado; pero prefería quedarse y engañarse,
fingiendo que Harry era James y que nada había cambiado, porque todo era más
fácil así, aunque Remus se lo desmintiera con cada palabra, recordándole que ahora
eran adultos… y que él seguía comportándose como un niño, pero ya se lo había
dicho alguien una vez “Los chicos como tú no cambian nunca” No se le daba bien
eso de adaptarse.
Guau |
Se apoyó en el marco de la puerta, esbozando una sonrisa
ladeada.
-Vaya ¿para mí no hay beso?- dijo, haciendo que el sonrojo
de Molly la hiciese confundirse con su cabello.
-Te hemos dejado algo de comer- “como a todo buen perro”
completó en su cabeza -las chicas y yo vamos a seguir limpiando el salón-
informó, saliendo apresuradamente, seguida por Hermione… pero Luna se quedó
ahí, de pie, mirándolo con esos ojos azules que le perforaban el alma.
-¡Luna!- la llamó Hermione a lo lejos, sacándola de su
trance.
Al pasar junto a él se puso de puntillas para colocarle una mano sobre la cabeza y susurró “buen
chico” antes de salir y dejarlo solo de nuevo, con sus cavilaciones de joven demasiado
viejo para estar loco.
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