La Verdadera Literatura.

Este es un pequeño "relato" que escribí hace un tiempo, pero continúa gustándome lo mismo que el primer día, así que me parece muy necesario compartirlo aquí.

Espero que os guste.

Ayer pasé por la plaza de la catedral. Hacía frío y las hojas cascarilleaban, dibujando caminos invisibles, arrastradas por el viento, el mismo que se te colaba entre los huesos y te tensaba el alma. Fue entonces cuando me pregunté ¿Dónde están los poetas? ¿Dónde está su romanticismo y sus frases ornamentadas? ¿Dónde? Te lo diré, se fueron a su casa, porque allí, con los dedos calientes y la cabeza fría, allí sí que se puede hacer verdadera literatura ¿cierto?

Hoy volví a pasar, y el cielo parecía querer caerse, las hojas yacían mudas esperando que la tormenta pasara, los pájaros habían huido con viento fresco a un lugar seco y con ellos el sol y su primavera. Fue entonces cuando me pregunté: ¿Dónde están los novelistas? ¿Dónde están sus argumentos deshilachados y sus paisajes inverosímiles? ¿Dónde? Te lo diré, se quedaron a cubierto, porque allí, con los pies secos y las plumas húmedas, allí sí que se puede hacer verdadera literatura ¿cierto?

Tengo las orejas frías y la boca seca, pero aún así hace tiempo que me cuesta escribir. No por falta de ideas o de tiempo, no por falta de intentos o por escased de palabras, sino por miedo. Me asusta no ser lo suficientemente bueno. Estúpido ¿no? 

…o puede que no tanto.

Todos, todos los hombres tienen miedo. Toda gran historia empieza con un escritor cobarde que se decidió a salir de su oscuridad… bien, eso lo tengo, la cobardía, ahora solo tengo que salir… ahí fuera… esperar que el sol me ilumine y me deslumbre con su brillante y elocuente luz. Si, suena fácil. Algunos hacen que parezca fácil, pero no lo es. Lo peor de ser cobarde no es el miedo. Lo peor de ser cobarde es que no sabes cuándo es el momento, no sabes cuando estás preparado; no sabes si al dar el paso tropezarás y caerás incluso más profundo.

¿Escucharías el consejo de un pobre cobarde como yo? La oscuridad es importante, es importante estar equivocado, es importante subir esa ladera, recorrer esas galerías que te llevan hacia la luz, es importante dejarte bañar por ella… pero lo más importante es tener el valor para dar el paso, puede que tropieces y caigas, pero si vuelves a levantarte eso solo te hará más fuerte, más tenaz y sobretodo, más sabio, y eso si que hará de ti un buen escritor.

La gente habla de la literatura, tan romántica y puramente, hablando de sus noches a solas con la luna y su cuaderno de notas ¡Ja! A mí me jodió la vida, se coló sin invitación y tras exprimirme todo el jugo. Tras llenarme la cabeza de pájaros y la boca de plumas, se largó, sin ni siquiera dedicarme una inclinación de cabeza.

La literatura es una amante cruel, que nunca te devolverá el tiempo, la dedicación o el cariño que le das, porque simplemente no le importa, solo eres una muesca más en el destrozado cabecero de su cama y es así. Si sigues la norma tu marca será grande, pero, claro, no será profunda y tardará poco en taparla con nuevas muescas; pero, por el contrario, si te desvías… puede que te conviertas en una triste y olvidada muesca o que la tuya sea profunda y te grabes a fuego en la historia. No soy un genio, ni siquiera soy brillante, pero he dado el paso. He dejado una marca. Esta es mi marca y ahora solo el público y el tiempo dirán cuál es su magnitud. Puede que tropiece.

Pero no os preocupéis por mí.

Repetiré palabras para sonar más poético, diré cosas que suenen bien, hablaré de esos besos que no he dado, de esas caricias que nunca me regalaron, de esas sonrisas que nunca he dibujado, de esas batallas que no he perdido, de esos sueños que nunca tuve, de esas personas a las que nunca amé.

Pero no os preocupéis por mí.

Haré de la mía una historia de amor con los ángulos que hagan falta, haré lo que sea que la audiencia pida, haré de mi personaje un héroe forzado, desnudaré su alma y expondré sus vergonzosos recuerdos por simple diversión, haré los chistes de cortesía, retorceré los hilos de de mi limitado universo idealizado para jugar con mis personajes planos y sus reacciones planeadas, mataré a mis personajes solo para darme la satisfacción de ver que puedo hacerlo, seré dramático para tapar las fallas en el argumento, seré hipócrita porque ese es el único margen que me deja la literatura, borraré mis palabras y ahogaré mis verdades.

Porque nadie necesita una nueva literatura, nadie quiere un escritor cobarde, nadie quiere crudas palabras. No, lo que la gente quiere es la selección precisa y ordenada de palabras enfundadas en dos tapas de plástico procesado recubierto de colores vistosos, lo que la gente quiere se vende en las librerías.

Mañana brillará el sol y volverán los pájaros y los niños y las parejas y la primavera y la música y la inspiración y el arte, se irán las nubes y podréis imaginarlas, podréis hablar de vuestros cuadernos de bordes llorosos y de sus palabras desdibujadas; se irá el frío y podréis imaginarlo, podréis hablar de aquel poema que se robó el viento y de la idea que te susurró al oído.

Volverán los pájaros y los niños y las parejas y la primavera y la música y la inspiración y el arte, pero no volverán los poetas, no volverán los novelistas, no los verás bajo el sol, no los verás vigilando a los niños al jugar o disfrutando de la textura de la arenisca. No los verás. Aunque hablarán de como los rayos del sol acariciaban su piel o de como el viento enredada sus juguetones dedos en su pelo. No los verás, porque estarán en casa, envueltos en su oscuridad artificial, confundiendo el brillo de la pantalla con el del la luna, fingiendo que el percutir del teclado son las canciones eternas de los pájaros, dejando el bolígrafo mudo en su solitaria esquina, abandonando la libreta de notas al fondo del cajón lleno de olvido y de apuntes desechados, porque allí con los libros de ideas prestadas y el vocabulario desgastado, allí sí que puede hacerse verdadera literatura.

¿Cierto?