Lluvia cruel.

Llevo demasiado tiempo sin subir nada, así que como compensación voy a hacer una serie de relatos sobre la lluvia y este es el primero, espero que os guste.
(Paso demasiado tiempo sola en verano y pensando en que la lluvia haría que el calor se calmase un poco. No me juzguéis.)



Llueve sin piedad, pero alguien tuvo la compasión de liberar a un gato en el agua fría… puede que fuese yo. Me había visto.

El reguero corre a tropezones, arrastra la culpa y espesa las mentiras.
Tiene grumos marrones y grises.
El agua cae brillante y corre coloreada.
Rio porque me recuerda a ella, me recuerda al cuchillo; cayendo, cortando en limpio, volviendo con los labios pintados… y su sangre, tratando de coser la herida.

Llueve y hoy no amanece.

El amanecer se deshace como se deshizo ella y el gato y yo.

El agua me rodea, fría, como las piernas que se alquilan por horas; con un baile pegado que solo ella conoce, sin música, solo ritmo, un latido en el que el mío no encaja, así que lo callo y simplemente dejo que siga lloviendo.

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