No Acción (Wu Wei) - I

Este relato fue parte de un reto en el que era 1 tema 1 relato 1 día en el que los relatos estuviesen conectados de alguna manera, y para este se supone que el tema era el Wu Wei (en chino "No Acción" 無為), de la filosofía budista... yep, yo tampoco sabía lo que era; pero pese a todo creo que no quedó tan mal.

Es el primero de los tres y es importante leerlos en orden.
Espero que os guste.


Las puertas automáticas se deslizan con un zumbido que pretende no ser molesto, los chicos encargados de las cajas tickan con desgana, pero tampoco soy nadie para reclamar, les han dejado soñar con algo mejor, han estudiado para algo mejor y luego los han dejado escarbar en la realidad hasta que se han llenado las uñas de tierra; pero la vida no consiste en afanarse ni en esperarse, hay que dejarla ser… como la acuarela, no debes forzarla ni abandonarla, ella sabe mejor que tú a dónde debe ir, dónde debe espesarse y dónde diluirse, solo puedes guiarla y dejarla ser, fluir con ella, o lo único que te quedará entre las manos será papel mojado y frustración.

Una de las cajas tintinea al cerrarla con un golpe de cadera.

Los halógenos parpadean confundiéndome la vista.

No logro concentrarme.

Es cuestión de eficiencia, de tomar la decisión más apropiada en un momento de conflicto, como un río, tomar el camino más natural y factible para salvar un obstáculo. Fluir. Pero no consigo conectarme.

Las puertas vuelven a abrirse y un encapuchado entra. Se nota, por su forma de andar, que está ansioso y no tarda en sacar a relucir la razón, en forma de pistola; que saca de la sudadera desgastada con el típico grito de reclamo de dinero en la boca llena de dientes picados… puede que lo necesite para alimentar a su familia. Los clientes se lanzan al suelo, entre chillidos dejando la educación y el ‘no, pase usted’ al otro lado del carro; pero yo no me muevo, volviendo a lo mío, seguramente esté vacía, si no hay dinero para comida seguro que no lo habrá para balas tampoco.

Fue relativamente rápido y en menos de tres minutos, la niña que berreaba al otro lado del pasillo empezó a calmarse, por lo que supongo que el ladrón ya ha salido, desapareciendo tras el zumbido de las puertas.

El aire se llena de suspiros de alivio y murmullos tranquilizadores.


Le doy la vuelta a la caja de cereales; sí, definitivamente, los de miel son la mejor opción.


                                                                                                                                           Segundo relato->

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