La Manzana

Vuelvo con otro relato corto, sobre... bueno, ya lo veréis, aunque me han dicho que no se entiende lo que insinúo, pero vosotros tenéis la última palabra.
El lenguaje es repetitivo e infantil a propósito, del mismo modo que las expresiones de tiempo son inestables, se llama "escribir como lo haría el personaje" que seguro que tiene su nombre técnico y tal, termino ya.

Disfrutadlo, si podéis.


Al principio solo había Oscuridad.

Abrí los ojos y esta se extendió hasta el infinito de cuatro paredes.

Entonces sentí… Fresco, sí, y creé las Sábanas y los Susurros.

Luego pensé que algo debía sostenerme, y creé el Suelo y el Techo y la Cama, y así estaba bien; pero, después, cuando estaba a punto de volver a dormirme, sin querer creé el Ruido de Pasos y la Luz, fría y cruda, la más abominable de mis creaciones… y pude ver.

La Oscuridad retrocedió hasta el gris de la pared, había creado también la Puerta y el Baño y la Palangana, sabía sus nombres, así que debí crearlos yo.

Creé el Afuera, pero algo me decía que ese otro lado era blanco, como la Luz, y no quise salir, y la Puerta se abrió y creé al Amo… o él me creó a mí, sí, eso debe ser, al fin y al cabo él me dio mi nombre, siempre me llama “Tú”, bueno, a veces me dice “buen chico”, pero solo si no me muevo mucho, aunque creo que es solo una forma de hablar, como cuando las Señoras llaman “niña” a la Hija del Tendero.

El Amo venía a veces, y se llevaba la Luz con él, supongo que la necesitaría al otro lado, tampoco la echaba de menos, no me gustaba, pero siempre esperaba a que volviese, al menos durante un rato no estaba solo con la Oscuridad… siempre que venía era igual, me tocaba un rato, solía estar enfadado, porque el afuera era blanco y a él tampoco debía gustarle; pero luego de eso siempre se encontraba mal y tenía que descansar, pero siempre se le pasaba después de un rato y mientras me dejaba comer, siempre traía comida, era gris y húmeda, me gustaba. Luego me hacía ir al Baño y lavarme mientras miraba, nunca se iba hasta que terminaba de hacerlo… a veces me tocaba un poco después de eso y repetíamos, pero nunca me daba comida otra vez.

Ese era mi mundo, y así estaba bien.

Pero un día creé el Agujero en la pared, y pude ver el otro lado, y era blanco, pero creé el Sol, no era Luz, era cálido como el color de la piel y me gustaba, pero cuando el Tendero cerraba su puerta se lo llevaba con él… es curioso que la más perfecta de mis creaciones no pueda opacar a la peor de estas, pero es normal que la primera vez que hacemos algo salga mal, la primera vez que el Amo me toco dolió mucho, luego no tanto… Luego cree las Formas y el Ruido y las Aceras y los Coches y la Gente y sus Voces y sus Ruidos y sus Vidas. Fue un día muy cansado.
Mis favoritos eran las Señoras, que siempre se sentaban en mi acera y hablaban de todo, fueron las que le pusieron el nombre al Fresco; el Tendero y su Hija, de la Acera de en frente, la Hija tenía un novio, el Enamorado… él le daba besos y el Tendero le gritaba, eso me hizo pensar en el Amo, siempre gritaba,  pero me daba besos, así que supongo que es lo mejor de ambas partes. Una vez la pegó, las Señoras gritaron cruzando la calle; eso me dio miedo, ver la crueldad del mundo que había creado, en el que la Acera cercana tenía prioridad frente a la opuesta, alguna vez había pensado en crear una ciudad entera pero desde entonces no quiero, entre más se alejen menos poder tendrá y terminarían por no poder moverse, por ser sombras sin nombre… Qué difícil es ser Tú.



Me gustaba mi barrio, así estaba bien, bañado por el Sol, pese a que este no mojaba, pero así lo decían las Señoras… a veces sí se bañaba, y la Luz era gris y el Sol se escondía detrás de las paredes de oscuridad y el barrio se quedaba vacío y se mojaban las Sábanas… en esos días pensaba en el Amo, nunca venía cuando el Afuera estaba gris, creo que es porque va a por comida; la comida me recordaba al barrio esos días, y lo prefiero así, una vez vi al Enamorado comiendo una cosa con un color brillante y bonito, pero lo quitó y… era blanca y estaba hecha de Luz y, a juzgar por sus crujidos no debía saber bien, además de que no se la acabó…

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