El Asesinato del Choche Rojo (III)
Última parte (primera aquí), que nadie necesitaba, pero ahí está. Es solo el final y bastante más corto en comparación, pero es dónde se resuelve el crimen y... puede que se me fuese un poco la mano con el yaoi
Espero que os guste.
“No pude dormir en toda la noche, tenía demasiadas cosas en
la cabeza, y los ronquidos de mi compañero tampoco ayudaban...”
Maldita sea, no tengo nada; no, eso si lo tengo, nada…
bueno, y a Watson, siempre me quedará Watson.
“pero igualmente los reuní a todos” con la esperanza secreta
de que alguno se delate, pero ninguno lo hace, así que solo me queda la opción
de dejar mi libreta a un lado y presionarles con mi retórica y hacer tiempo
hasta que se me ocurra algo.
-Puede que ya sospechéis esto- empiezo, acentuando cada
pausa como si hubiese alguna tensión que construir o algo que decir -pero el
culpable está entre nosotros- asiento lentamente, mirando a cada uno de los
presentes, hasta que me duele el cuello -y solo puede ser una persona…
“-Puede que ya sospechéis esto- comencé -pero el culpable
está entre nosotros- asentí lentamente, mirando a cada uno de los presentes -y
solo puede ser…”
…
En la vida de todo hombre debe haber un momento en el que
sus circunstancias le obliguen a sacrificarse por su propio bien, esta debe ser
la mía, puedo condenarme, pero ¿admitir que soy un farol? Nunca, llámalo
orgullo de actor o como quieras, pero no puedo rendirme ahora que he alcanzado
la fama; así que poso una mano sobre el hombro de Watson y lo miro a los ojos,
dejando todo en sus manos.
-…alguien preparado para cometer un crimen como ese, sin
dejar pruebas y luego que nadie sospeche de él, alguien inteligente, y solo
puedo ser y…- Watson me interrumpe y casi puedo ver su capa ondeando frente a
mi cuando se incorpora.
-Todos- sentencia a tiempo que yo tomo mi libreta de nuevo
–cada uno puso su granito de arena que terminó convirtiéndose en una tormenta
que se llevó por delante al Señor Reynolds. La Señora Reynolds envenenándolo,
lentamente y de forma no letal, lo suficiente como para que se tomase un
descanso del trabajo, si, pero lo que lo
debilitó al punto de que sus heridas fuesen letales; heridas causadas por la
Señorita Lindsay, que lo empujó por las escaleras, creyendo que sería Henry que
aun estaba en París a causa del retraso de su avión, que se agravaron porque
alguien lo zarandeó, alguien con poca fuerza y con el pintauñas
descascarillado… quizá por mordisquearse las uñas, alguien como Elizabeth,
exigiendo esa disculpa que su padre nunca le dio. Nada de esto fue mortal, pero
el hecho de dejarlo ahí, con sus heridas y su debilidad, y esperar a aparecer a
que descubriesen el cuerpo, ya inerte… pese a que se arrastrase tras usted, hasta
el vestidor, si lo hizo, Señor Henry.
“…Todos- sentencié haciéndoles saltar en sus asientos –cada
uno puso su granito de arena que terminó convirtiéndose en una tormenta que se
llevó por delante al Señor Redford. La Señora Redford envenenándolo, lentamente
y de forma no letal, lo suficiente como para que se tomase un descanso del
trabajo, si, pero lo que lo debilitó al
punto de que sus heridas fuesen letales; heridas causadas por la Señorita
Lindsay, que lo empujó por las escaleras, creyendo que sería Henry que aun
estaba en París a causa del retraso de su avión, que se agravaron porque
alguien lo zarandeó, alguien con poca fuerza y con el pintauñas
descascarillado… quizá por mordisquearse las uñas, alguien como Elizabeth,
exigiendo esa disculpa que su padre nunca le dio. Nada de esto fue mortal, pero
el hecho de dejarlo ahí, con sus heridas y su debilidad, y esperar a aparecer a
que descubriesen el cuerpo ya inerte… pese a que se arrastrase tras él, hasta
el vestidor, si lo hizo, Señor Henry.”
Miro a Watson con ojos brillantes que pasa a mi lado y sale
de la sala. Corro tras él, acaba de salvar mi vida y el caso…
-Watson…- empiezo poniéndome al nivel de mi compañero.
-Calla, Sir Locke- me corta, pero no importa, ahora ya sé
sobre qué escribir.
«...y a Watson, siempre me quedará Watson.»
ResponderEliminarCreo que deberías alargarlo un poco, pero serán cosas mías que me encariño con facilidad.
Y demonios. Watson no le da ni un poco de amor/cuartel, muy seme.
-aplaude intentando ocultar su propio problema-