Una noche -suficientemente- normal
El segundo relato del especial de Relatos de Terror. Basado en hechos reales, me pasó una vez, es la historia de mi muerte (okeino pero casi).
Espero que os guste.
Los expertos, o la gente que presume serlo, dice que la
clave del terror está en la tensión, no en los sustos… no tanto en temer lo que
viene como el temer que algo viene, aunque supongo que sin una apariencia
intimidante pierde parte de su encanto; pero no sé, yo no veo películas de
terror.
Hace frío, será mejor que meta los pies bajo la manta.
El ambiente ayuda, claro está. La soledad, la seguridad de
que aunque gritases nadie podría ayudarte, la inseguridad de la oscuridad, la
despreocupación de lo cotidiano, la indefensión del sueño.
¿Ese crujido? Seguro que han sido los cimientos.
Asegurándose.
La puerta está cerrada con llave, estoy casi seguro.
Supongo que el protagonista influya también, alguien lo
suficientemente normal para identificarnos, pero lo suficientemente distinto
para no poder evitar disfrutar secretamente de su desgracia; lo suficientemente
distinto para que ese alguien o ese algo pueda fijarse en él, lo
suficientemente normal como para que él no se lo espere.
Un golpe algo más fuerte me hace saltar en la cama.
Eso ha sido en la cocina… seguro que dejé algo mal colocado
y se ha caído. Ya lo recogeré mañana.
Si, definitivamente hace falta un buen villano, si no pierde
toda la gracia. Nadie va a temerle a un ejército que invada la ciudad en plena
noche, pero si cambiamos el ejército por un policía desquiciado, demasiado
inteligente para dejar que lo descubran, demasiado loco para permitir que su
víctima no sufra. Demasiado inteligente como para no aprovechar una noche en la
que alguien estuviese solo en casa, demasiado loco como para no dejar que su
víctima lo oyese acercarse.
Toda la casa cruje, es normal, pero el corazón me obstruye
la garganta y hago demasiado ruido al respirar.
Hay gente que prefiere lo sobrenatural; pero con personas la
amenaza es más real, sabemos el daño que pueden hacernos. Sabemos que ha pasado
antes y que puede volver a pasar.
Los crujidos suben por las escaleras.
Alguien deberá arreglar el quinto escalón, chirría.
Me envuelvo aun más en las sábanas, abriendo completamente
los ojos cuando el inconfundible chirrido corta la noche.
Sonrío porque mi corazón se ha saltado un latido y ahora
late desbocado.
Está todo en mi cabeza. Esta es la vida real, ese es el
problema de ese tipo de historias, la de terror, son todo fantasía, conjeturas
y dobles lecturas.
Unas formas luminosas juegan con mis ojos, confundiéndome en
la oscuridad cerrada… ahora lamento no haber dejado un poco mi obsesión con
dormir sin que un atisbo de luz me perturbe y haber dejado más abierta la persiana.
Pero tengo que dejar de pensar.
Mañana madrugo y estoy preocupándome por tonterías.
Me permito volver a respirar, tratando de calmarme y
dormirme de una vez, por eso cuando el aire caliente me acaricia la cara cierro
los ojos y cuento hasta diez.
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