La leyenda de los hombres que compartían boca
Este es mi primer y último intento de hacer un relato absurdo, apreciad mi esfuerzo al menos.
Se siguen aceptando sugerencias.
Cuenta la leyenda, que una vez nacieron dos hombres que compartían boca; tenían madres diferentes, por lo que nadie se explicaba cómo es que nacieron así.
También tenían las manos unidas, pero eso es bastante menos espectacular ¡Imagínatelo! “La leyenda de los hombres que tenían las manos unidas”, no, no suena tan bien.
También tenían los pies grandes y se tropezaban constantemente, pero a ellos les hacía gracia y no les resultaba un problema, como sí lo era compartir boca… a veces les faltaba el aire y tenían que parar a descansar, da igual donde estuvieran; además de que cuando tenían calor les sudaba la nariz, y como uno tenía bigote y el otro no discutían, bueno, uno gritaba y el otro escupía por culpa del sudor en las comisuras.
Cuentan que en una de esas se dijeron… aunque los otros solo los vimos gesticular, con los brazos en alto y los dedos retorciéndose en el aire como molinos rotos:
-El sol sale primero.
-Se supone.
-Por el oeste, claramente.
-Bueno, en Asia también escuchan música…
-Pero allí son todos Fa, así que no es lo mismo.
-Eso es suponer demasiado.
-Claro, si tú no recoges alguien tiene que hacerlo por los dos y organizar un poco
-Oscuro.
-No, lo nuestro no tiene remedio.
-No puedes ser siempre imparcial, algún día tendrás que mojarte.
-Prefiero el café y lo sabes.
-Por eso no me gustan los animales grandes, no me lo recuerdes.
-Bien.
-¿En dónde?
-Don Miguel.
-Perfecto.
…y se separaron, porque la ciencia así lo quiso.
Se siguen aceptando sugerencias.
Cuenta la leyenda, que una vez nacieron dos hombres que compartían boca; tenían madres diferentes, por lo que nadie se explicaba cómo es que nacieron así.
También tenían las manos unidas, pero eso es bastante menos espectacular ¡Imagínatelo! “La leyenda de los hombres que tenían las manos unidas”, no, no suena tan bien.
También tenían los pies grandes y se tropezaban constantemente, pero a ellos les hacía gracia y no les resultaba un problema, como sí lo era compartir boca… a veces les faltaba el aire y tenían que parar a descansar, da igual donde estuvieran; además de que cuando tenían calor les sudaba la nariz, y como uno tenía bigote y el otro no discutían, bueno, uno gritaba y el otro escupía por culpa del sudor en las comisuras.
Cuentan que en una de esas se dijeron… aunque los otros solo los vimos gesticular, con los brazos en alto y los dedos retorciéndose en el aire como molinos rotos:
-El sol sale primero.
-Se supone.
-Por el oeste, claramente.
-Bueno, en Asia también escuchan música…
-Pero allí son todos Fa, así que no es lo mismo.
-Eso es suponer demasiado.
-Claro, si tú no recoges alguien tiene que hacerlo por los dos y organizar un poco
-Oscuro.
-No, lo nuestro no tiene remedio.
-No puedes ser siempre imparcial, algún día tendrás que mojarte.
-Prefiero el café y lo sabes.
-Por eso no me gustan los animales grandes, no me lo recuerdes.
-Bien.
-¿En dónde?
-Don Miguel.
-Perfecto.
…y se separaron, porque la ciencia así lo quiso.
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